Jesús Gil tuvo una vida plagada de polémicas, tanto como político, donde llegó a ser Alcalde de Marbella, como hombre vinculado al deporte, donde comandó el destino del club de sus amores, el Atlético Madrid y al cual utilizó para llegar a la Costa del Sol.
Su verborrea fue casi tan importante como sus excentricidades, gustos exóticos en cantidades importantes y siempre con la sospecha -y pocas veces la comprobación- de que todo lo conseguía con dinero del ayuntamiento. Hoy, ni estando bajo tierra, Marbella parece haberse librado de él. Y como para ayudar a olvidarlo, el Ayuntamiento de la ciudad que lo tuvo once años al frente decidió sacar a subasta el Rolls-Royce municipal, un lujo que se dio para ir, incluso, a actos públicos. Pero esto no es algo nuevo, el año pasado el Silver Spur 1992, con motor ocho cilindros de 6.749cc y 173hp, ya había corrido la misma suerte, y en esa ocasión nadie quiso quedárselo. Tasado en 45.000 euros, la actual Alcaldesa de Marbella, Ángeles Muñoz, destacó que la decisión de desprenderse del auto no se corresponde “tanto por su valor como por lo que tiene de simbolismo”. Al menos lo reconoce.
En su época como funcionario, Gil supo hacerse de una finca en San Pedro Alcántara con más de 100 toros sementales de pura raza, el más barato valuado en 60.000 euros, pero todo estaba a nombre de testaferros. Y mientras sus hijos estudiaban en Inglaterra y su mujer derrochaba dinero en tiendas de París, Don Jesús practicaba caza mayor en África a donde volaba en helicópteros tripulados por él mismo. ¿No le encuentran algún punto en común con cierto político argentino que supo aceptar como regalo una Ferrari?