La noticia es excelente, felicitaciones a los legisladores porteños que tomaron la decisión. Sobre todo, por ver un problema y dar una “solución”. Y lo pongo entre comillas porque esto debe ser apenas parte de una campaña, un eslabón de un plan integral, con mucha educación, desde la etapa escolar.
El proyecto, aprobado ayer por unanimidad, modifica el Código de Faltas de la Ciudad, el cual no preveía sanciones porque -lógicamente- hasta hace un tiempo no existían ni los celulares y mucho menos los mensajes de texto o SMS. Ahora esto es muy común y -yo mismo lo confieso- envié o leí mensajes de texto estando al volante. Pero ante la falta de sanción (léase de control, léase multa), lo seguí haciendo.
Lo importante, más allá de la multa, pasa porque todos entendamos que uno no debe dejar de hacerlo por la posibilidad de una multa (que irá desde los 200 a los 2000 pesos), sino porque la operación de un teléfono mientras se conduce conlleva una distracción inevitable, que ni el más experimentado piloto puede evitar. Y si pese a esto lo sigue haciendo, ojalá que la sanción sirva de escarmiento.
Ayer, horas antes de conocerse la sanción de este proyecto de ley, el CESVI presentó un estudio que le realizó a 114 conductores para determinar la influencia del celular en la conducción. Los resultados demostraron que el 90% de los conductores cometió errores cuando habla por celular y conduce.
Por último, estaría bueno que esto se tranforme pronto en una ley de alcance nacional. ¿O acaso sólo hay accidentes en Capital Federal?