Sorpresa, eso es lo que nos causó el Chevrolet Cobalt LTZ en nuestro contacto. Porque así como parece un auto de un segmento superior, imponente, y hasta exagerado en alguna de sus líneas, tiene un desempeño superior al esperado.
En primer lugar hay que destacar que es un vehículo con muy buena amplitud interior, con buena posición de manejo aunque, como marcamos en nuestro contacto con su primo-hermano el Chevrolet Spin (ver test), no nos resultaron tan cómodas las butacas, a pesar de que cuenta con regulación en altura.
Y hablando precisamente del Spin podemos marcar similitudes y diferencias entre ambos productos, algunas que están a la vista y otras que se perciben luego de varios días al volante, como fue en nuestro caso: en una semana le hicimos más de 600 km en uso urbano e interurbano, transitando no sólo las calles porteñas sino también diferentes rutas y caminos del GBA.
En lo que está a la vista marcamos como una mejoría en algunos detalles símil fibra de carbono de la consola central y los materiales elegidos, así como la manera en la que fue resuelta la incorporación del airbag para el acompañante por sobre la guantera (sin llave), y la feliz ausencia de detalles símil cuero en los tapizados, dos puntos que en el Spin no nos habían gustado.
También remarcamos el generoso tamaño de los espejos retrovisores externos que ayudan a la visión trasera que no es la mejor y que en el caso de esta versión se completa con la ayuda del sensor de estacionamiento.
Decir Cobalt es decir baúl y más allá de que ya mencionamos en esta nota (ver informe) que de trata del de mayor capacidad volumétrica de su segmento (563 litros), vale remarcar que lo comprobamos y es casi imposible llenarlo por sus características: piso plano, boca ancha, apertura por bisagras en U y dimensiones internas. Debajo de su superficie se guarda el neumático de auxilio que, lamentablemente, es temporal.
El volante es ya un clásico de Chevrolet a esta altura de la renovación de la gama, con buen grip (a pesar de que molestan un poco las costuras en los reposapulgares), regulación en altura y control del equipo de sonido y telefonía por conectividad Bluetooth.
Tanto el aire acondicionado, de accionamiento manual, como el equipo de sonido, algo antiguo en cuanto a su diseño y operación, cumple bien con su función. Este último cuenta con entrada USB y auxiliar.
En las plazas traseras el espacio es lo suficientemente amplio como para que viajen cómodamente dos adultos de 1,80 m. y un menor o tres adolescentes sin problemas. Hay espacio para las rodillas y la altura del techo es generosa.
Al volante
La muy buena insonorización del remozado motor naftero de 1.8 litros de 8v es algo que se percibe desde el arranque en frío y que de termina de confirmar incluso por encima de las 5.000 rpm.
El cuatro cilindros de 105 cv @ 5600 rpm responde bien con una caja manual con una selectora muy precisa. Y a pesar de que su torque máximo de 161 Nm se encuentra recién a las 3.200 rpm, en tránsito urbano se comporta de manera ágil, tanto en partida detenida como al momento de hacer un sobrepaso con velocidad lanzada.
En lo referente al consumo vale decir que en ruta a 120 km/h el motor gira en quinta marcha a unas 3.100 rpm y acusa un desempeño de 14,6 km/l lo que son valores más que aceptables para este 1.8, y mejora aún más si se transita a 100 km/h ya que viaja más relajado (a 2.700 rpm) y da 16,2 km por litro. En ciudad, en tanto, el consumo está dentro de parámetros lógicos: 8,1 km/l, según los datos de la computadora de a bordo.
La tenida a alta velocidad es buena, con una dirección que se muestra firme y que a la vez responde rápidamente a cualquier cambio brusco por lo cual habrá que tener cuidado por tratarse de un sedán alto que tiene cierta tendencia inestable, sobre todo sin pasajeros o carga en la cola.
Al momento de exigirlo, comprobamos un buen desempeño de los frenos con ABS y EBD (de disco delanteros) sobre diferente tipo de suelo y en pavimento mojado, con distancias lógicas: en el orden de los 40 metros de 100 km/h a 0 pero sin bloqueos ni cambios de trayectoria. Sin dudas, otro punto a favor, así como el desempeño de sus suspensiones que remiten al andar de sedanes de mayor volumen (y precio), en conjunto con los neumáticos Bridgestone Turanza 195/65R15 y sus llantas de aleción de agradable diseño.
A favor y en contra
Como faltantes marcamos el one touch en las ventanillas (no tiene en ninguna), la apertura desde el interior de la tapa del depósito de combustible y del baúl, que en este caso sí se puede operar remotamente desde la llave -control remoto, tipo navaja. No le vendrían nada mal algunos espacios portaobjetos de mayor tamaño y con tapa para no tener qur llevar celular, billetera y llave en los posavasos. También exigimos una garantía mayor: es de 2 años sin límite de kilometraje.
Insistimos una vez más que el Agile, que incorpora control de velocidad crucero siendo un producto Mercosur del segmento B, fijó la vara muy alta y que es por eso que le exigimos a otros vehículos de la marca que lo incorporen también.
El equipamiento de seguridad incluye bloqueo de puertas que se cierra en velocidad, alarma sonora de colocación de cinturón de seguridad y faros antiniebla delanteros pero carece de tercer apoyacabezas y cinturón de seguridad de tres puntos en la plaza trasera central.
Un detalle que nos gustó: tiene una alarma sonora que avisa cuando uno se olvidó colocado la luz de giro. Y uno que no tanto: al ser un parabrisas muy lanzado, entre la plancha y el vidrio se colocó una junta de gomaespuma como para evitar que se caigan objetos o papeles, por ejemplo, y que indefectiblemente está visible desde el interior.
Estéticamente no es el Chevrolet que más nos gusta, a decir verdad nos parece mejor resuelto el Prisma (ver nota). La vista lateral, con su cintura alta, es la que más nos convence, seguida de la trasera, que incluye un prescindible spoiler sobre la tapa del baúl (no incluido en la versión LT). Y por último está la vista delantera donde sobresale el tamaño (exagerado) de las ópticas y la parrilla, no sólo visto en particular sino mucho más en contexto junto a otros Chevrolet de la gama actual como Sonic o el mismo Prisma.
En este caso dejamos el punto relacionado con el diseño para el final porque si bien los autos se suelen elegir por su imagen, en este caso el Cobalt nos convenció de que es una muy buena opción a pesar de que a priori no nos atrajo. Y quizás así deba ser visto: desde adentro (y en movimiento) antes de sacar una conclusión.
Anécdota tachera
“¿Este es el Cobalt? Qué grande que es… ¿Qué motor tiene? ¿El 8 válvulas que tiene mi Meriva? Listo, ya tengo el auto para cuando venda el mío”. El testimonio vale por su franqueza y espontaneidad, y corresponde a Luis, un taxista que desde hace 250 mil km maneja un Chevrolet Meriva GL y está feliz pero que no sabía por qué modelo cambiarlo. “El Spin es demasiado auto para el uso que lo doy yo, en cambio este es ideal. Y yo no le pongo GNC, ¿eh? Si a este motor lo llevás bien, no consume tanto y te dura mucho. Además prefiero que sea 8 válvulas, bien simple de reparar”, remarcó antes de mirar el Cobalt desde todos sus ángulos una y otra vez.
Quizá, en la mayoría de los casos, mencionar que un auto es bien visto para ser usado como taxi puede resultar despectivo, creemos que este testimonio genuino marca exactamente lo contrario.
Conclusión
Después de todo lo expresado sólo nos queda sugerir una cosa: si está buscando un sedán compacto que tenga amplitud interior y mucho baúl, agende un test drive de un Cobalt antes de tomar cualquier decisión. Por precio (la versión testeada LTZ cuesta $96.500) y desempeño, éste puede ser su próximo auto. Y si se decide, recuerde pedirlo con sensor de estacionamiento trasero, lo va a necesitar.