Hoy es un día histórico para la industria automotriz argentina. Hace exactamente 60 años, el 27 de abril de 1956, salía de la línea el primer vehículo hecho en Fábrica Santa Isabel, Córdoba. Industrias Kaiser Argentina (IKA) había puesto la piedra fundamental el 12 de marzo de 1955 por lo que -pese al contexto político de nuestro país- la empresa de origen estadounidense con fuerte arraigo argentino logró producir en el país en tiempo récord.
Ese Jeep verde que lleva el número 00001 se puede ver en el Museo de la Industria de la Ciudad de Córdoba pero pertenece al patrimonio de Renault Argentina, que hoy es dueña de la planta.
El año pasado, gracias a la iniciativa del área de prensa de la marca del rombo pudimos no sólo recorrer las instalaciones de la fábrica, que están en plena modernización (ver nota) sino también ver de cerca a un vehículo que es histórico.
A modo de homenaje, les compartimos a continuación un extracto del capítulo 3 del libro “Del Jeep al Torino” (Ed. Lenguaje Claro) escrito por James McCloud, quien entre 1955 y 1967 fue director, gerente general y, finalmente, presidente de IKA. Un libro imprescindible, redactado en primera persona, que se disfruta como quien encuentra un diario íntimo perdido en un cajón.
EL PRIMER JEEP
El 27 de abril, cerca de las cinco de la tarde, el primer Jeep salió de la línea final y Ken Flood me trajo las llaves. Lo seguirían unas dos mil quinientas unidades más hacia fin de año. En reconocimiento por la contribución que Lloyd Cutler había hecho a la formación de IKA, dedicamos el primer Jeep a Louisiana Winslow Cutler, su hija, que había nacido apenas un día antes en Washington D.F.
Yo estuve a punto de perderme el acontecimiento. Con Ordóñez y Esteban Retali, de la División Ventas, estábamos volando por el interior del país en un viejo biplano de Waco que habíamos alquilado, evaluando a los candidatos a concesionarios. El avión había ya pasado su mejor momento y algo más también. El rango de autonomía de este particular aeroplano no dependía de su capacidad de carga de combustible: consumía tanto aceite que nos obligaba a aterrizar frecuentemente para recargar el cárter del cigüeñal. También tenía problemas de batería, pero finalmente llegamos rengueando a Córdoba la noche anterior a tiempo para ponernos a trabajar en la reunión de información para el primer Jeep.
El primer Jeep no sólo fue fabricado en una planta cuya construcción había comenzado apenas trece meses antes, sino que, más importante aún, su motor fue el primero en ser fabricado en una línea de producción en América Latina. El contenido nacional estuvo cerca del cincuenta por ciento y hubiera sido mucho mayor si la planta de estampado hubiera estado en pleno funcionamiento.
Mandamos el Jeep a Buenos Aires y lo usamos como pieza central de una gran recepción que Gus y yo organizamos en el salón de baile del hotel Plaza para concesionarios, directores, funcionarios de gobierno y la comunidad local empresaria. El doctor Alizon García hizo los arreglos necesarios para que yo llevara el Jeep a la Quinta Presidencial de Olivos, donde di al presidente Aramburu un paseo de demostración por los alrededores con mi hijo mayor, Kim, quien por entonces tenía ocho años de edad. El general estuvo encantado con el paseo y posteriormente examinó el Jeep con minuciosidad mientras yo le señalaba las piezas de origen argentino.