Grande fue la sorpresa cuando horas después de conocerse la muerte de la reina Isabel II sus restos salieron desde su residencia de verano y lugar donde falleció -el Castillo de Balmoral, en Escocia- a bordo de un Mercedes-Benz negro y ¡con la publicidad de la casa funeraria!
Cómo se le pasó ese “detalle” a la Casa Real Británica que cuenta con estrictos protocolos que van desde antes del parto hasta el último descanso de cada uno de sus miembros.
Un papelón mayúsculo que -luego de detectado el error- obligó a la casa funeraria William Purves a remover el sticker que se vio claramente en el vidrio, cada vez que las imágenes se posaban sobre el féretro de la difunta, y a pedir disculpas públicas.
No hay excusas, pero como se trataba de apenas el inicio de un funeral que se prolongó por 12 días, hubo tiempo sobrado para remediarlo. Más aún cuando la propia monarca se había encargado de aprobar el diseño del auto que trasladaría sus restos desde el Palacio de Buckingham en su viaje final al Castillo de Windsor.
Amante de los autos desde muy joven, conocedora de mecánica por su paso por el ejército y conductora de sus Land Rover (de distinas generaciones) hasta no hace tanto, Isabel fue quien dio su aprobado a un Jaguar XF en color borravino llamado “Royal Claret”, un tono hecho especialmente para la corona y del cual están pintados otros vehículos oficiales.
Su marido, Felipe, quien falleció en abril del año pasado, había elegido que su ataúd viajara con mucho menos pompa en un Land Rover Defender 130. Sin vidrio ni cerramiento, tipo pick-up, donde su ataúd viajó apenas cubierto por la bandera que lo identificaba como Duque de Edimburgo.
Sin embargo también fue él quien lo diseñó cuando cumplió 82 años; se reunió con los ingenieros de Land Rover y les pidió que el vehículo tenga aristas militares (por eso el color) para recordar su relación con el ejército británico, con quien luchó en la Segunda Guerra Mundial. El auto estuvo listo desde entonces y se usó recién 15 años después.
En el caso de Isabel II se reunió con los ejecutivos de Jaguar y de Wilcox Limousines, quienes idearon este particular auto tomando como base un XF sedán. Si bien no se informó cuándo se produjo este encuentro, sí se sabe que la unidad es 2018, por lo que es probable que haya sido construida cuando la reina tenía 92 años.
Se caracteriza por tener un parabrisas de gran tamaño dispuesto de manera muy vertical que permite elevar su techo y darle una enorme superficie vidriada a la parte trasera donde se aloja el ataúd. De hecho el techo es totalmente vidriado, lo que permitió que la gente que salió de los edificios a despedir a Isabel II pudiera contemplar con claridad el paso de sus restos, así como tomas aéreas para la televisación de un evento que acaparó la atención mundial.
Sobre el capó se pudo apreciar un adorno particular: una estatua de bronce plateada de San Jorge matando a un dragón, que era la imagen preferida de la reina y que también usaba en su limusina Bentley.
San Jorge no sólo es el patrono de Inglaterra sino también es conocido como el protector de los soldados y agricultores, además de ser reconocido como el protector de los animales domésticos, y la reina amaba a las mascotas.
Wilcox es una empresa que se encarga de modificar autos y que tiene en su haber las limusinas oficiales de la Casa Real, dos Jaguar XJ de 2012 en el mismo color, modificando los chasis en un taller artesanal, aumentando el rodado de los neumáticos y empleando aluminio lo que reduce el peso de una estructura mucho más pesada que la original. En 2002, para el funeral de la reina Isabel, habían diseñado un Jaguar XJ negro que transportó sus restos mortales.
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