Luego de intensas negociaciones de última hora, la Unión Europea (UE) aprobó este lunes en su sede de Bruselas, Bélgica la ley que -de manera definitiva- prohibe a partir de 2035 la venta en territorio comunitario de autos y utilitarios 0km que emitan CO2.
En esas discusiones contrarreloj hubo una voz disonante concreta y fue Alemania, que insistió -y lo logró- introducir una modificación para la inclusión de los e-fuels (combustibles sintéticos) dentro de la consideración; pero no sólo los alemanes lo impulsaron, sino también Italia.
Es por es que la votación, de la que participaron los ministros de Energía de los 27 países de la UE, aprobaron la ley con 23 votos a favor; se abstuvieron Rumanía, Bulgaria e Italia y Polonia votó en contra.
“No cambia el texto acordado con el Parlamento Europeo” sino que “aporta detalles sobre los pasos siguientes en la aplicación del reglamento” para incorporar los combustibles sintéticos o e-fuels a la normativa comunitaria, resumió la comisaria europea de Energía, Kadri Simson.
Estos combustibles sintéticos o artificiales se producen a partir de hidrógeno verde y dióxido de carbono, pero resultan climáticamente neutrales porque sólo emiten el CO2 previamente capturado y pueden usarse en vehículos con motor de combustión tradicionales; esto permitiría -en teoría- no sólo hacer funcionar por muchos años más los actuales motores a combustión sino también a motores nuevos que eventualmente salgan con la etiqueta de que sólo cargan e-fuel (lo cual podría ser una pequeña “trampa” aunque el resultado sea cero emisiones).
¿Dónde radicaba el conflicto? Los e-fuels ya aparecían mencionados en el texto negociado, a petición de Alemania e Italia, pero la Comisión se daba hasta 2026 para volver a retomar la cuestión y dejar en ese lapso de tiempo que evolucione esa tecnología.
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Sin embargo, en un trámite formal en la aprobación final de la normativa a inicios de marzo, Alemania paralizó la adopción de la ley porque el tercer partido de la coalición de gobierno de ese país (los liberales del FDP) reclamaron darle más proyección a los electrocombustibles.
La maniobra no gustó en Bruselas ni a buena parte de los Estados miembros, pero fue necesario forzar la negociación para satisfacer a Alemania, primera potencia económica de la UE y primer fabricante de autos. Con eso se logró “salvar” la ley que supone una pieza clave de la política climática de la UE para descarbonizar la economía comunitaria en 2050.
La Comisión añadió una declaración política -que no es legalmente vinculante- en la que Bruselas se compromete a presentar un reglamento “sólido y a prueba de evasiones” para la homologación de ese tipo de vehículos, en colaboración con el Comité Técnico de Vehículos Motorizados.
El Ejecutivo comunitario presentará “en otoño de 2023” una pieza legislativa -acto delegado- que “especifique cómo los vehículos con e-fuels contribuirían a los objetivos de reducción de emisiones de CO2, en relación con la regulación de las normas de emisión de CO2 para autos y utilitarios livianos”.
Por su parte, Italia considera que la interpretación adoptada respecto a los e-fuels es “muy restrictiva” y solicitó a la Comisión que incluya los biocarburates (obtenidos a partir de biomasa vegetal) en el camino que emprenda para buscar hueco a los combustibles sintéticos.
La semana pasada, el CEO de Renault, Luca De Meo, se expresó enérgicamente a favor de la electrificación como única salida a la reducción a cero de las emisiones contaminantes pero dejó abierta la posibilidad de desarrollar los combustibles sintéticos, aunque lo ve algo lejano.
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¿Qué se estableció en el acuerdo de la UE?
Las nuevas reglas establecen los siguientes objetivos:
-Reducciones de emisiones de CO2 del 55% para autos nuevos y del 50% para camionetas nuevas de 2030 a 2034 en comparación con los niveles de 2021.
-Reducción del 100% de las emisiones de CO2 para autos y utilitarios livianos nuevos a partir de 2035.
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