Nuestro viaje a Salta tenía como objetivo pasar el mayor tiempo posible cerca o (mejor aún) arriba de la Nueva Ford Ranger para poder conocerla, manejarla y luego transmitir esa impresión. A nuestro contacto lo considero “intenso” ya que implicó manejarla por tandas (cuatro periodistas por camioneta) y experimentar diferentes sensaciones.
En nuestro caso fuimos terceros en tomar el volante, por lo tanto partimos del Centro de Convenciones salteño en las plazas traseras, donde recorrimos unos 35 km. que combinaron ruta y caminos de montaña con tierra y piedra. Desde nuestro lugar apreciamos el buen espacio interior, la generosa distancia entre la cabeza y el techo y para las rodillas, gracias a una suerte de “buche” en el respaldo de la butaca delantera; aún con toda la butaca corrida hacia atrás, un adulto de 1.75 m puede viajar cómodo.
Ante el primer traqueteo nos tomamos de la manija interna del techo pero en ningún momento peligró nuestra cabeza porque las suspensiones se comportan con la dureza justa como para no andar saltando en el asiento o -por el contrario- sentir esos golpes “secos” que al bajar se acusan en la cintura.
La insonorización es un punto saliente debido al doble burlete en las puertas y al trabajo acústico en lo que al motor respecta. A lo largo de todo el recorrido decidimos no encender la radio y lo que la Nueva Ranger nos devolvió fue el novedoso sonido de un motor de cinco cilindros, que se caracteriza por un ronroneo muy particular, casi deportivo (si se me permite).
No habíamos hecho ni cinco minutos que a nuestro colega conductor le preguntamos cómo sentía la dirección y respondió inteligentemente: “ni dura ni blanda”. Lo corroboramos luego.
En el primer cambio de pilotos decidí sentarme en el asiento del acompañante y disfrutar de la amplitud del parabrisas (que se caracteriza por su pronunciada caída) y tomar contacto por primera vez con plancha y la consola central. Como ávido observador lo primero que hice fue bajar el parasol (detecté que no tiene luz de cortesía) y la tapa de la guantera (pensada para alojar una laptop de 15″), que sorprende de tan pesada y debido a eso me golpeó las piernas.
Los materiales elegidos son muy buenos y -tal como nos habían contado una hora antes- son la mezcla perfecta entre robustez (para que duren) y diseño (nos dijeron que se inspiraron en el teclado de una Blackberry).
El climatizador bi-zona tiene dos modos (Normal y Hi) y no habíamos hecho media hora que buscamos la segunda opción porque el sol salteño (el termómetro acusaba 26ºC) nos estaba abrazando con todas sus fuerzas. Y ahí apareció otra falta: no hay salidas de aire para las plazas traseras.
A mi colega le tocó la parte más exigente y divertida del circuito que fue la que implicó agudizar todos los sentidos y poner a prueba diferentes elementos como la doble tracción en baja y el sistema de ayuda en descenso. Ambos mecanismos son muy simples de accionar: para conectar la baja basta con poner la palanca de cambios en la posición Neutro (N) y mover el selector a 4×4 Low (L) hasta que una luz testigo se encienda en el panel de instrumentos; si no se lo hace de esa forma (pasando la caja por la posición N, la luz testigo queda intermitente avisando que sigue en 4×4 High.
Para la ayuda en pendientes apenas hay que apretar una tecla en la consola central y dejar la caja en Neutro (en punto muerto si es caja manual) sin tocar el pedal del acelerador; el sistema hará todo por sí mismo accionando cada freno de manera independiente según corresponda, pero si se quiere acelerar se puede aumentar o disminuir la velocidad desde el volante a través del selector de velocidad crucero. El pedal de freno se puede tocar en caso de querer detener el descenso.
A la hora de trepar el sistema de bloque de diferencial hará lo propio, para lo cual se debe poner la caja en Neutro, pasar la tracción a 4×2 y activarlo. Luego se debe pasar a Drive (D) y acelerar. En caso de precisar mayor tracción se puede conectar la doble tracción repitiendo la operación anterior. También cuenta con asistencia en el frenado que evita que vehículo se caiga hacia atrás al sacar el pie del freno y dando tiempo a que uno acelere (ideal en una cuesta y más aún si el vehículo está cargado).
Me tocó manejar en parte de ripio, pasar por un vado de unos 50 cm de profundidad, hacer una trepada no muy empinada (o al menos no sentí que a la Ranger le costara) y luego acelerar en caminos de tierra durante unos 20 km para terminar haciendo otro tramo similar en asfalto. La sentí muy firme, realmente con el andar de un auto. El salir de la ruta y tomar un camino de tierra fue algo natural, lo que demuestra el equilibrio conseguido en lo que a confort de marcha han conseguido.
Esperemos que muy pronto podamos probarla más en detalle y hacerle unos cuantos cientos de kilómetros para sacarnos las dudas sobre su comportamiento.