Ligera evolución. Así se puede englobar la diferencia entre la Tiggo y la Tiggo 3. Es el mismo producto, el mismo SUV compacto “mejorado”. No hay un salto ni un giro de 180 grados, eso recién puede comprobarse en la Tiggo 5 (ver nota), de todos modos avalamos estos cambios. Repasemos en qué aspectos avanzó y en qué otros aún está en deuda.
A bordo
Chery lanzó en Argentina la Tiggo en julio de 2008 (ver nota), que no sólo significó su primer vehículo en el país sino el más exitoso. Extraño suceso dado que no se trataba de un entrada de gama o un compacto del segmento B sino de un SUV.
La clave estuvo dada en que se convirtió en un modelo aspiracional para muchas familias que querían acceder a un segmento pero que económicamente no podían. El precio competitivo del modelo chino (o uruguayo, por aquél entonces) les cumplió el sueño a muchos argentinos que le “perdonaron” algunos materiales rústicos, detalles de terminación o ruidos que comienzan a aparecer con el correr de los kilómetros (grillos en el interior, en la tapa del baúl, etc).
Tiggo 3 llegó en mayo de 2016 (ver nota), y significó un cambio de cara para este modelo. Pero no sólo en su exterior sino también en su interior y en general. Sus medidas se modificaron levemente, conservando dos parámetros clave en cualquier vehículo: distancia entre ejes (de 2.510 mm) y capacidad de carga (que hasta el techo es de 827 litros).
Los cambios hay que buscarlos afuera, más precisamente en el frente; la propuesta pasó por cambiarle la mirada a este SUV a través de una parrilla más chica rodeada de un marco cromado con el emblema en el centro y faros más integrados al conjunto. La toma de aire inferior también fue rediseñada sutilmente al igual que el espacio donde se alojan los faros anti-niebla.
En el lateral se destacan las nuevas llantas de aleación de cinco rayos dobles, las bandas símil cromo que acompañan a las baguetas color carrocería en las puertas, y las nuevas barras de techo (que ya no tienen punteras de color negro).
También hay pequeños cambios en la parte posterior, principalmente en el paragolpes (donde ahora se ubica la patente) y en la tapa que recubre el neumático de auxilio. El portón luce una nueva manija de puertas como así también es nuevo el “ojo de gato” y la luneta (que tiene bordes más redondeados).
En el interior se destaca la incorporación de la nueva consola central con el sistema multimedia Blaupunkt con cd, dvd, mp3, conectividad Bluetooth y pantalla táctil con navegador GPS incorporado, cámara de retroceso y navegador web.
A este equipamiento le suma aire acondicionado, dirección asistida, alza-cristales eléctricos en las cuatro puertas, espejos retrovisores eléctricos, apertura desde el interior de la tapa del depósito de combustible y computadora de abordo.
Si bien esta multimedia es de marca reconocida, no es todo lo veloz que se precisa; tarda en arrancar y es algo que molesta, sobre todo al conectar la marcha atrás y esperar las imágenes correspondientes. Y la cartografía con la que viene provista es mejorable. Así y todo es un equipo completo y que no desentona con el diseño.
¿Qué más cambió? El centro del volante, donde se aloja el airbag. El resto es idéntico, tanto el tablero, como los mandos de aire acondicionado, los revestimientos, los plásticos y los tapizados. La calidad de los materiales es buena, con diseño sobrio y detalles que ya son un clásico, como la computadora de grandes dimensiones en fondo azul.
Lo mejor de la Tiggo 3 es el espacio que hay para conductor, acompañante y los dos o tres ocupantes de las plazas traseras; el habitáculo sigue siendo de los más espaciosos y no es una simple sensación.
Lo mismo ocurre al abrir el portón trasero, el compartimento de carga es muy amplio y permite llevar casi cualquier bulto o equipaje en sus 827 litros. Eso sí, el portón precisa de espacio para ser abierto totalmente y es pesado por tener el auxilio. Además, está más que claro que es un elemento que está expuesto a robos y que guardarlo en el interior no supone una solución.
Dato: el auxilio no es homogéneo, es en medida 215/65 R16 (los que están calzados son de 14″) y en llanta de acero y no de aluminio.
Por otro lado, es sabido que el cubre rueda es un elemento más que se suma a los posibles ruidos a la hora de tomar caminos en malas condiciones; suele aflojarse y la traba que permite ponerle un candado es endeble.
Al volante
La posición de manejo es buena, con regulación en altura de la columna de dirección y de la butaca, que además tiene un buen apoya-brazos central. La visibilidad es más que correcta hacia todos lados, sólo hacia atrás -por el tamaño reducido de la luneta y la presencia del auxilio- es algo limitada.
Debajo del capó se guarda el motor naftero Acteco de cuatro cilindros, 16v, 1.6 litros con sistema de distribución variable DVVT y sistema de admisión variable VIS, que alcanza los 125 cv @ 6.150 rpm y un par motor de 160 Nm @ 3.900 rpm.
Es una potencia adecuada para este tipo de vehículo y un torque interesante pero que tarda en aparecer en función del régimen en el cual se encuentra disponible, por lo que es probable que resulte ágil recién a partir de las 2.500 rpm, sobre todo porque la relación de caja está enfocada en reducir el consumo.
La transmisión es manual de cinco velocidades con marchas bien escalonadas aunque algo “largas” y con un funcionamiento silencioso. Recordemos que es un vehículo de tracción delantera, simple, y que ya no hay alternativas a la venta 4×4.
En lo que respecta al consumo, en quinta marcha a 100 km/h el motor gira en el orden de las 2.800 rpm y acusó 6,3 l/100 km; a 120 km/h se mostró en un régimen de 3.400 rpm y nos dio 7,6 l/100km, mientras que a 130 km/h la marca estuvo en torno a 8,8 l/100 km a las 3.700 rpm. A esta altura el motor comenzó a sentirse más rumoroso sin llegar a ser molesto, percibiéndose una mejora respecto de la primera Tiggo que llegó al país.
El confort de marcha demostró ser agradable tanto en ciudad como en la ruta, a pesar de ser un vehículo con el centro de gravedad alto y con una tendencia a rolar ante maniobras bruscas. Y si bien está pensado para el tránsito urbano, su despeje y configuración de suspensión le permite incursionar en un off road liviano.
¿Qué aspecto destacamos como positivo? Su dirección, con un buen radio de giro y que se muestra liviana en maniobras de estacionamiento. ¿Qué aspecto es el que menos nos gustó? La respuesta de la dirección a alta velocidad, que muestra alguna sobre-asistencia a la que hay que acostumbrarse.
Cuenta con frenos con ABS y EBD que son de disco en el eje delantero y de tambor en el trasero. La dotación de seguridad se completa con Asistencia al Frenado de Urgencia (AFU), doble airbag frontal, ganchos ISOFIX para sillas de niños, cinturones de seguridad de tres puntos, y apoya-cabezas para todos los pasajeros, a lo que le suma faros anti-niebla delanteros y traseros.
Conclusión
¿Quién compra un Tiggo3? Hoy, como hace 8 años, cientos de familias “huérfanas” de los monovolúmenes (como el Renault Scénic el Citroën Xsara Picasso) que quieren un SUV y no están dispuestas (o no pueden) pagar los precios a los que cotizan rivales como Ford EcoSport, Chevrolet Tracker y Renault Duster, por citar a los más populares.
Es gente que busca un vehículo con una capacidad para cinco pasajeros y generoso espacio para carga y principalmente que les cierre la ecuación precio-equipamiento.
Chery ya no es una marca nueva y los compradores actuales están (muy) informados mediante la data que abunda en la web; a sabiendas de todos las “contras” que pueden encontrar, deciden apostar por una Tiggo 3. Y hoy sin dudas que el resultado de esa apuesta es bastante mejor que la de los “pioneros”.
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