Hace algunos meses, cuando tuvimos la posibilidad de probar el Nuevo Kia Cerato (ver acá), nos hicimos la pregunta sobre si era coreano o mexicano. La pregunta y la respuesta le caben también al Nuevo Rio, porque ambos modelos se fabrican en la planta que la marca asiática tiene en Nuevo León y que cumple con los estándares internacionales de calidad.
Lo positivo, lo marcamos entonces y lo reiteramos ahora, es que las unidades llegan sin abonar el arancel de importado ya que hay un acuerdo con el país norteamericano que permite hacerlo hasta cierto cupo de unidades. Lo negativo de esto es que existe un cupo que le impide al importador de Kia en nuestro mercado, traer todas las unidades que quisiera, algo que -no tenemos dudas- lo convertiría en un best seller.
Dicho esto, vamos a ver qué tiene para ofrecer la versión SX -la más equipada- que es con la cual tomamos contacto para esta prueba.
A bordo
Quienes nos siguen saben que marcamos a la sobriedad como una constante en lo que son los vehículos coreanos, tanto de Kia como de Hyundai. Y esto no lo hacemos como una crítica sino que estamos convencidos de que es una filosofía. El Rio no escapa a este común denominador que, en este caso, ofrece algunas mejoras respecto de la generación anterior.
Porque así como remarcamos la sobriedad también lo hacemos con la originalidad, algo que no es del todo usual en los tiempos que corren. Y en las líneas del Nuevo Rio queda claro que se nota una evolución respecto de su predecesor al tiempo que no es factible que en el medio del tráfico se lo confunda con algún rival. Tiene su personalidad propia, incluso con algún espíritu casi deportivo.
En este caso los tres detalles que le dan ese aire “sport” son las llantas de aleación de 17″ y el techo solar eléctrico, mientras que en el interior se destaca la presencia del cuero perforado en los tapizados, además de los detalles en aluminio cepillado.
La pantalla del tipo “flotante” multimedia táctil color es parte de la evolución de este modelo en el que abandonó el display de color rojo, dejándolo sólo para el comando del climatizador automático que tiene un diseño que simula el joystick de una PlayStation.
La pantalla es táctil de 7″ y a pesar de que cuenta con cámara de retroceso no ofrece navegador incorporado; esto obliga a usar las apps del celular el cual se debe conectar (mediante un cable USB) por Apple Carplay o Android Auto.
¿Dónde se percibe la calidad mexicana o coreana? En los materiales, en los encastres, en las terminacines, en cómo cierran las puertas, en el volante forrado en cuero… Por ejemplo la plancha y los interiores de puerta no están hechas en material soft touch y sin embargo el plástico elegido es muy agradable al tacto y a la vista, acompañado de detalles en Piano Black.
En lo que a confort interior se refiere en las plazas delanteras se viaja cómodo con butacas con buena sujeción lateral y en el caso de la del conductor con regulación en altura, algo que junto con la columna de direccíón regulable en altura y profundidad, permite una buena posición de manejo, con correcta visibilidad hacia todos lados.
La habitabilidad en las plazas traseras es más que buena considerando que se trata de un hatch de algo más de 4 metros de largo y con una distancia entre ejes algo mayor a los 2,5 metros.
Destacable que incorpore debajo del piso del bául un neumático auxiliar idéntico que los otros cuatro: los ya tradicionales Kumho en medida 205/45 R17, un perfil algo celoso ante las imperfecciones de algunas calles y rutas. Lo que no nos gustó en este punto es la calidad de alfombra de baúl, muy mejorable.
Y ya que mencionamos aspectos que podrían ser mejores cabe decir que sólo tiene one touch la ventanilla del conductor y que no encontramos espacios porta-objetos como por ejemplo para dejar el teléfono celular sin que esté a la vista o que no se deslice al andar.
En contrapartida sí nos gustó que todos los mandos son intuitivos, que cuenta con relojes y medidores analógicos, y que la computadora de a bordo que se opera desde el volante (sin aguja que obligue a operarla pasando la mano por dentro del volante).
Al volante
Decíamos anteriormente que ciertamente no es un auto deportivo pero que tiene “algo”. Pues bien, con sólo ver su ficha técnica podemos corroborar que su motor naftero aspirado de 1.6 litros no es un rompe relojes ni mucho menos. Sus 123 cv de potencia y su torque de 151 Nm lo muestra lo mueven con cierta soltura, asociados en este caso a una caja automática-secuencial de sexta (sin levas al volante).
Claramente las relaciones de la transmisión están enfocadas más en conseguir un consumo reducido que en brindar buenas prestaciones, con un pasaje algo largo de segunda a tercera, sin llegar a patinar pero que cuando se busca agilidad denota la ausencia de un modo Sport.
Es por eso que el Rio nos gustó mucho más a la hora de encarar la autopista que en la ciudad, porque a alta velocidad incluso se mostró muy firme, como si se tratara de un vehículo de otro porte.
Su comportamiento por encima de los 100 km/h nos dejó gratas sensaciones en lo que tiene que ver con la respuesta de la dirección, la cual transmite seguridad, y con buena tenida al momento de encarar curvas rápidas o hacer maniobras de esquive, con suspensiones que casi no evidenciaron rolidos.
Además, el habitáculo mostró estar muy bien insonorizado y el motor se comportó sereno a todo régimen, y recién se percibió el sonido del viento a más de 120 km/h.
En cuanto al consumo, en nuestro caso a 100 km/h acusó un rendimiento de 5,6 l/100 km a 2.200 rpm; a 120 km/h lo hizo a 2.600 rpm y nos dio 6,4 l/100 km; mientras que a 130 km/h lo hizo a 2.800 rpm y promedió 7,1 l/100 km.
En gran medida el distintivo de versión SX que probamos pasa por su nivel de seguridad, algo que podríamos exigir de serie para la EX. Incluye no sólo el doble airbag frontal, los frenos de disco en las cuatro ruedas con ABS + EBD y los ganchos ISOFIX sino que le suma otros cuatro airbags (laterales y de cortina), el Control de Estabilidad, el Control de Tracción y el módulo de Asistencia en Pendientes, así como faros anti-niebla.
Conclusión
Es un muy interesante producto en el segmento más peleado que tiene el mercado, el B. Es un hacth de calidad global, con buenas terminaciones, un conjunto mecánico que cumple con las expectativas y que, en esta versión, está acompañado de un buen nivel de seguridad. La garantía de cinco años aparece como un ítem extra a su favor.
Lo vemos como un vehículo ideal para quien se quiera diferenciar optando por una marca y un nombre de bajo volumen pero más que reconocidos.
N. de la R: al momento de la publicación de este test, Kia había lanzado una bonificación especial para este y otros modelos (ver acá).
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DISEÑO
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MECÁNICA
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SEGURIDAD
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EQUIPAMIENTO
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COMODIDAD