No existe un oficio para contar qué hace aquél que mediante el uso de diversas técnicas recrea escenas en miniatura. En este caso de carreras de autos. ¿Acaso existe el término dioramista? Según la RAE, no. Entonces estamos ante un artesano, por no decir un artista.
Federico Martínez tiene 35 años y en su taller de Villa Elisa, muy cerca de La Plata, nacen las recreaciones más realistas a escala del Turismo Carretera que hayamos visto. Barro, tierra, piedras, árboles y hasta arroyos con agua a escala 1:43, a la medida de los autos que se venden en los kioscos de diarios. También recrea escenas de rally y de otras categorías nacionales e internacionales, a pedido de cientos de fanáticos.
Impresiona el nivel de detalle, a tal punto que el propio Juan María Traverso le encargó la coupé Renault de TC2000 con la que ganó envuelto en llamas.
Coleccionistas de Brasil, México, España y Alemania le hacen pedidos y lo llenan de elogios, y es por eso que decidimos entrevistarlo para conocer más sobre su trabajo.
-Sos proyectista de stands y casi arquitecto, ¿cómo es que de un trabajo a escala 1:1 pasaste a recrear dioramas 1:43?
-Empecé en esto gracias al ferromodelismo, soy ferromodelista desde hace varios años lo cual me llevó a tener en mi oficina de trabajo una maqueta escala 1:87. Arrancó como hobby, cuando salió la colección de autos de TC de editorial Planeta la empecé a comprar y como no soy coleccionista pensé: “Debería sacarlos del blister y tenerlos en acción”.
-Decís que no te gusta coleccionar autos, ¿cómo nace entonces tu pasión por los autos?
-En mi casa siempre se vieron carreras y acompañado por mi viejo viajamos a muchos lugares a ver correr el TC, al punto de hacerme fanático.
En 1993, a los 11, fui a ver la primera carrera y me acuerdo que ganó (Luis) Minervino… A partir de ahí me hice hincha porque era el único auto que siempre que salía de los retomes, lo hacía de costado, me dejó impresionado esa Chevy azul.
-¿Cuál fue el primer diorama que creaste?
–Fue la cupecita Ford de Juan Gálvez, que la hice llena de barro y de costado por un campo. Arranque con otros modelos para mí hasta que unos amigos me pidieron que les haga unos para ellos y así fue que inicié con TC Dioramas (en Facebook y en Instagram).
-Según tu mirada, cúal de todas las colecciones que se lanzaron en Argentina en los últimos años es la más lograda.
–La colección que sigo y creo que tiene un valor agregado o sentimental es la del TC. Salieron otras buenas, como las de Inolvidables, pero la de TC tiene un valor especial, es la primera vez que podemos tener buenos autos a escala de la categoría mas popular del país.
-¿Cuáles son los que más disfrutás hacer?
-Las cupecitas, los autos de TC de los 70 y por último, los actuales. Están en ese orden por una cuestión del trabajo que lleva la base; una cupecita con barro, tierra, polvo, agua es mucho más entretenido de armar que un auto de 2017 que corre en pista. Con los trabajos de ruta o tierra se revive el alma de los autos en pequeña escala.
-Uno de tus dioramas más buscados es la recreación de la Fuego de Juan María Traverso que terminó en llamas. ¿Cómo se te ocurrió hacerla y qué sentiste cuando el propio Traverso te felicitó?
-Tengo un cliente-amigo que es un “enfermo”, “loco” y fanático del Flaco Traverso, y ya le armé como 15 autos, y uno de los primeros que me encargó fue esa Renault Fuego de 1988, en llamas en General Roca. Acepté el desafío, la publiqué en mis redes, tuvo buena aceptación y hoy es una de las más pedidas.
Tiempo después empecé a armar trabajos para alguien que trabaja junto a Traverso y el propio Flaco pidió una para él.
Su saludo fue una sorpresa total, no me lo esperaba; me acuerdo que venía manejando, paré para ver el video y me dije: “Esto no puede estar pasando”. Volví a mi casa réndome solo como 10 km.
-Hasta el momento, ¿cuál fue el más dificil de hacer?
-Los más difíciles son los que llevan agua. Para lograr ese efecto hago mezclas de todo, utilizo resina epoxi, Fastix, vidrio líquido y laca al agua… Hay que ser muy preciso para no pasarse de los tiempos de secado. Uno que recuerdo que me llevó mucho fue el Chevrolet de Fangio pasando por un vado y salpicando.
-¿Cuánto demorás en hacer un diorama desde que te ingresa el pedido?
-Son dos o tres días de trabajo porque ya le agarré la mano. Mi línea de producción incluye de arranque las maderas para las bases y las vitrinas, porque cada diorama lo entrego con una cubierta de vidrio para protegerlos del polvo.
Sin embargo, como siempre estoy constantemente armando, desde que me hacen el pedido pasan de 10 a 15 días hasta que me puedo sentar a armarlo.
-¿En qué precio arrancan los dioramas que hacés?
-Si incluyo el auto arrancan en $2.500, depende mucho de la base. En cambio si el auto lo entrega el cliente arrancan a partir de $1.600 en adelante, según la complejidad, porque se pide de todo.
-Hay modelos de las colecciones que no se consiguen porque directamente no existen, ¿cómo hacés?
-Los que no se consiguen los armo yo, despinto y modifico los autos “base” y después mando a hacer las calcas al agua para transformarlos. O bien compro en las ferias de coleccionistas lotes de autos para después trabajarlos y ofrecerlos; también esos los armo a mí gusto para vender.
Otra manera es que el cliente me entregue sus autos ya modificados por alguna otra persona que haga “customs”, y así yo sólo me dedico a armar la ambientación para el diorama.
-¿Qué recreación tenés en mente y aún por falta de tiempo o recursos no pudiste hacer?
-Por ahora, “locura” que sale, “locura” que se arma. La próxima grande será una recreación de los puentes colgantes del tramo Cóndor-Copina del Rally de Argentina; estoy avanzando de a poco entre pedidos, mide 42 cm de alto y lo quiero armar completo, incluso con el barranco.
Pero sin dudas otro del TC que me gustaría es el puente del autódromo de Balcarce, ¡en algún momento lo voy a hacer!
-¿O sea que te piden de rally también?
–Sí, hice muchísimos de rally, el 95% se van para Córdoba (risas). También me los encargan de otros países como Alemania donde valoran mucho el trabajo que tienen y me dicen que allá no abunda el que haga estas recreaciones.
-¿A quién se le ocurre hacer un diorama del vuelco de Marcos Di Palma en Olavarría?
–(Risas) Me lo encargó Cristian, un fanático de esto que siempre me pide alguna escena especial. Él no fue a esa carrera pero yo sí, estábamos con mi papá a la mitad del primer curvón así que no vimos el accidente pero al igual que mucha gente fuimos después al lugar, entramos a la pista y me traje unos pedacitos del auto que tengo guardados en una cajita de acrílico.
-¿Sabés cuántos dioramas hiciste?
-A veces con el apuro de entregarlos pierdo la cuenta o me olvido de tomarles fotos, pero estimo que serán más de 150. Sólo de la Chevy del Flaco Traverso, del que salen llamas del escape, hice 15.
-¿Hasta dónde te gustaría llegar con esto?
-La verdad no pensé en ponerle límites, la gente aceptó muy bien esto de combinar autos de colección con dioramas… Le da cierto espíritu, le da “vida” al auto y la idea es romper el molde de tener los autos en un blister. Con cada propuesta o trabajo se van aprendiendo cosas nuevas y mejorando las técnicas.
-¿Te definís como artesano, hobbista o una combinación de oficios?
-Creo que sería una mezcla, todo arrancó como hobby pero ahora representa un ingreso; y como de alguna manera tengo que recrear piezas a mano, también despierta la parte artesanal. Mi hija (4 años) ya no dice más “Mi papá hace casas”, ahora dice “Mi papá hace maquetas de autos de carrera” (risas).
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