Antes de que la pandemia por COVID19 coronavirus irrumpiera, el mercado argentino del auto usado inflaba el pecho orgulloso de permanecer inalterable a pesar de los vaivenes económicos. Cerró 2019 con el mismo volumen de operaciones que 2018, y arrancó 2020 con cifras similares. Pero de repente todo cambió.
Los números de marzo indican una caída cercana al 24% interanual y también en relación a febrero, por lo que el primer trimestre ya muestra números negativos por casi el 9%. Abril ya arrancó y hasta al menos el 13 no habrá actividad comercial, ¿qué pasará con los concesionarios de usados? ¿Podrán sobrevivir o también serán víctimas del virus? Entrevistamos a Alberto Príncipe, presidente de la Cámara del Comercio Automotor para que nos dé su punto de vista.
-¿Cómo están trabajando en la CCA a pesar de este parate obligado por la “cuarentena”?
-Seguimos de alguna u otra manera trabajando de manera on line, tenemos las asesorías abiertas, los servicios se están prestando, estamos en contacto permanente con los asociados… Digamos que tenemos para “entretenernos”.
-¿Pensás que en situaciones como la actual surge ese gen argentino que nos sirve a sobreponernos?
–A mí realmente lo que me anima es que de todas las crisis los argentinos salimos, algunos más heridos que otros pero estamos acostumbrados; en otros países eso se hace más dificultoso y demoran más ante la imprevisibilidad. Yo tengo fe de que acá no es que no va a pasar nada pero sí que va a ser más leve que en otros lados del mundo.
Veo que tenemos al frente alguien sereno y ejecutivo que nos está conduciendo por buen camino, y la suerte de que esta situación ha cerrado espacios que se pensaban que nunca se iban a regenerar en donde participan todos, y donde no importan las banderas políticas.
-En base a tu experiencia, ¿esto se puede comparar con alguna crisis anterior que hemos pasado?
-No, porque esto es una guerra y es diferente a la que tuvimos por el conflicto por Malvinas; esta es una guerra contra un enemigo desconocido que paró la actividad casi en su totalidad por el beneficio de todos, cosa que no sucedió en la guerra de 1982, donde el sur del país estaba colapsado pero el resto no se vio afectado.
-¿Y en términos comerciales se lo puede emparentar con la crisis de 2001-2002?
–Es prematuro hacer una comparación de ese tipo. Si esto se extiende vamos a tener consecuencias peores y una crisis más que profunda, en cambio si termina en un plazo razonable, puede haber reconversión.
Pero si nos remitimos a la crisis de 2001-2002, vale decir que de esa salimos también, heridos pero salimos. Es por eso que digo que tengo fe, porque es un país que por malas praxis políticas nos obligó a empezar muchas veces.
Los concesionarios son pilotos de tormenta que han salido de varias crisis; indudablemente va a quedar gente en el camino, ya mismo estoy sintiendo que muchas de las cortinas que bajaron por la pandemia no sé si van a volver a levantarse.
-¿Al punto de tener que abandonar el rubro y dedicarse a otra cosa?
-No sé si dedicarse a otra cosa, dependerá de si tiene espalda. El que tiene un resto, va a quedar en el negocio, pero el que no tiene espalda financiera no lo sé… No hay que perder de vista que nosotros ya estábamos mal de antes; el mercado del usado venía con un volumen sostenido y mantenido en el tiempo pero con una rentabilidad casi nula debido a los impuestos, las gastos operativos y la inflación, además de la ausencia de financiación.
Antes del coronavirus veníamos sobreviviendo, al día y con esto no sabemos. Hay una merma del 25% de un mes al otro y si bien los gastos están diferidos, hablar de pagar impuestos resulta imposible para nuestro sector y el gobierno no dijo qué va a pasar con eso. Hay negocios que tiene otros márgenes de recuperación, nosotros tenemos -tanto en 0km como en usado- un 14% de lo cual el 95% lo absorben los gastos operativos y los impuestos.
-¿Qué tiene en mente la Cámara para el día después?
–Vamos a hacer un relevamiento de todo el sector viendo en qué condiciones estamos. Seguramente organicemos una reunión extraordinaria para conocer los casos, pero los que ya tenemos experiencia de varias crisis ya estamos trabajando en llevar la mirada a los impuestos que nos perjudican profundamente.
-¿Sería algo “simple” poner en práctica la exención de por ejemplo del impuesto a los sellos como se hizo en 2019 para incentivar las ventas?
–Creo que cosas como esas tienen que suceder porque de lo contrario no va a existir la rehabilitación del sector. Hay concesionarios que generan mucho empleo porque tienen varias bocas y otras que se manejan de manera más simple, pero que a su vez tienen menos respaldo para soportar estas cuestiones; ser una empresa chica te permite recomponerte más fácilmente, siempre que cuentes con ayuda o un respiro durante un tiempo considerable.
Tenemos inscriptos 10 mil comercios en la AFIP y si hacemos un cálculo pesimista entre agencias grandes y chicas -a un promedio de tres empleados cada una- podemos afirmar que nuestro mercado mueve 30 mil fuentes de trabajo.
Para muchos concesionarios de usados 15 días de cierre son tres o cuatro meses como mínimo de recuperación, pero si le sumamos otros 15 días más la situación es caótica.
-¿Cómo ves comercialmente las semanas después?
-Durante esta cuarentena la gente gastó plata sin que le ingrese, así que habrá que ver cuánto gastó y si lo que quizá ya tenía destinado para cambiar el auto todavía lo sigue teniendo. Es innegable es que vamos a tener un deterioro, aunque la consulta existe y eso nos anima, a pesar de que también hay una incertidumbre sobre qué precios van a tener los autos el día que reabran los negocios.
-¿Cómo se estuvo moviendo en este tiempo el portal nuestrosautos.com.ar?
-Tenemos reportes cada vez mejores de nuestro sitio de usados, actualmente contamos con 2.700 unidades en oferta de nuestros concesionarios y que se está visitando mucho por estos días. Internet es una herramienta muy útil en la venta del usado, estimamos que el 60% de las operaciones provienen de ahí, ya sea por primer contacto o por definición total.
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